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Hace ya varios días que los residuos domiciliarios no son retirados de los cestos de basura de cada frentista. Desde el Sindicato de Trabajadores Municipales manifestaron que el reclamo está motivado en que hay camiones que no se encuentran en condiciones y una estrategia de parte de la intendencia de privatizar el servicio.

Mientras tanto la basura sigue en las calles provocando un olor nauseabundo, la proliferación de moscas y roedores, y un singular panorama de abandono de la vía pública que dista mucho de lo que Berisso se merece.

A todo esto se suma la lluvia y un estado de alerta ante la posibilidad de caída abundante de agua, lo cual, con bocas de tormenta tapadas por bolsas que el agua arrastra, es un combo peligrosísimo por su resultado: ingreso de agua a las casas, vehículos sin poder seguir su marcha, y esto para citar lo más leve en comparación con posibles pérdidas humanas.

Las responsabilidades en este hecho deberán dilucidarse lo antes posible. Y allí están los que acusan a los poíticos, los políticos que acusan a los sindicalistas, la falta de debate claro entre las partes, los que no están en términos partidarios ni de un lado ni de otro y se encuentran al acecho para pegar el zarpazo electoral cuando más convenga y en el medio la gente, la ciudad, y la falta de conciencia manifiesta de quienes pueden hacer algo y no lo hacen para solucionar esta bomba de tiempo que está activada.

Claro está, como un chiste de mal gusto, los mensajes de precaución llegan a través de las redes. «Sr. Vecino, no saque la basura». Por lo que podemos deducir que además, lo que deberíamos hacer es entrarla.